¿Qué tipo de Rey tolera los insultos de un condenado? ¿Y qué tipo de hombre insulta a quien comparte su inmoble estado? Los dos son nuestros, ese Rey y ese insultando. ¿Y que tipo de hombre pide compartir el reino de un Rey condenado? Pues ahí está el Rey, y ahí nosotros que en estas condiciones nos ha hallado.
¿Cómo cruzar de una cruz a la otra si no es agarrando aquellos brazos que sostienen ambos lados, uno para no dejarlo ir sin tratar de arrimarlo, y el otro para acercarlo más a su costado? ¿Y cómo cruzar sino por pisar sobre aquellos hombros lacerados, que tocan misteriosamente los dos laterales pegados, sin poder moverse ni hacia lo alto ni a un más bajo estado.
Había salido antes, a buscar a leprosos y endemoniados, a cojos y ciegos, y a sordos y amargados. Seguía a donde los pasos de otros que vagando guiaron, para alcanzar tocar nidos de rechazados. ¿Donde pensábamos iban a terminar sus pasos, sino en las cruces que construyen nuestros hechos fracasados? Pero solo no; solo no lo encontramos. Compartiendo lo nuestro, ahí lo esperamos. ¿Cómo cruzar sin pisar sobre hombros, montes de hiero y carne mezclados, que aguantan el peso de las cruces al lado?
Muévete ya, por eso he trepado a este punto al fin, mezquino y alzado, que agarrando mis manos y brazos sangrados, tan cerca estando, puedas deslizarte sobre mí a mi otro lado. Tantos pasos he recorrido para encontrarme a tu lado.

+df
28 Noviembre 2025